El llamado Valor Publico
En tiempos de crisis
económica y política y de vertiginosos cambios estructurales en las instituciones
de nuestro país, es fundamental contar con un fuerte compromiso de la
Administración Pública en su conjunto, con
el objetivo primordial de satisfacer al
ciudadano frente a los numerosos y complejos desafíos que enfrenta dia a día.-
Esta situación, demanda que
el estado responda a las demanda de forma rápida, profesional y con
eficiencia.-
En estos momentos se
requiere más presencia de las esferas estatales en la ciudadanía, es cuando más
ponemos en realce la necesidad de contar con funcionarios altamente capacitados
para poder satisfacer las carencias de una sociedad que se encuentra
completamente fragmentada y dividida por cuestiones netamente políticas, y
poder de este modo crear lo que la literatura llama “valor público”.-
Este tema, toma relevancia
en el I Congreso Global de Dirección
Pública Profesional en el cual se discutió cuales son los costos del ejercicio
de la dirección publica profesional, desempeñada por funcionarios que no
cuentan con capacidad ni idoneidad para dicho cargo.-
En dicho congreso, se llego
a las siguientes conclusiones que podemos resumirlas en los siguientes puntos:
· Los proyectos quedan sin terminar: alguien que
ha ejercido la responsabilidad de un cargo para la que no está preparado, ha
generado daños en el servicio, en la organización y en los empleados públicos a
su cargo, ya que las organizaciones son las personas, y si se daña la
organización la misma pierde eficacia y eficiencia y el ciudadano recibe un mal
servicio público.-
·
En otras oportunidades, las unidades quedan
desmontadas tras su dependencia de un directivo no idóneo; lo que era una
organización deviene en mera agrupación de personas, probablemente
desmotivadas.-
Ahora bien, para evitar dichos costos, corresponde
preguntarnos cuales son las características mínimas que tiene que tener un funcionario
para poder ocupar un cargo directivo.-
Como sabemos, se trata de un perfil específico que permita tomar
decisiones adecuadas, oportunas y necesarias para el bien de la comunidad en su
conjunto, atento su rol principal de creador de valor público.-
Bolman y Deal (1995), resaltan 4 enfoques que todo
gerente público, debe tener:
a) Perspectiva racionalista: lo que
implica darle importancia a las metas, los roles, las tecnologías de las
organizaciones y proponer el diseño de estructuras que se ajusten a los
propósitos de los entes públicos y a las demandas del entorno;
b) Perspectiva de RRHH: de modo de buscar
la mejor manera para crear una mayor congruencia entre las necesidades,
habilidades y valores de los individuos y sus roles y relaciones como miembros
de una organización;
c) Perspectiva política: gozando de una
perspectiva política, va a poder enfocarse en el poder, el conflicto y la
distribución de los escasos recursos;
d) Y
por último, la perspectiva simbólica que le va a poder permitir al gerente
público, centrarse en problemas de importancia significativa.-
El directivo público, debe contar con capacidad para
diagnosticar y aportar ideas al sector público, capacidad de constituir equipos
de trabajos, trabajar de manera estimulante y alentadora con subalternos,
reconocer y potenciar las habilidades
dentro del equipo, y sin olvidarnos de resaltar que debe ser capaz de
considerar la sensibilidad social para reconocer las necesidades de los
individuos y ciudadanos.
Además,
es menester que cumpla con determinadas competencias específicas. Si tomamos la
“guía iberoamericana de competencias en el sector publico”, podemos decir que
tenemos diferentes acepciones del término competencia:
·
Énfasis funcionalista, que destaca las
capacidades vinculadas a procesos de trabajo, aportando elementos necesarios
para realizar descripciones de puestos y para el diseño de dispositivos de
capacitación;
·
Visión constructivista, que se orienta a una
estrategia de aprendizaje de capacidades situadas que articula los discursos de
los miembros de una organización, en sus diversos niveles jerárquicos y de
rendimiento;
·
Y finalmente una visión conductista que se
enfoca en las motivaciones del comportamiento individual, tomando como
referencia los desempeños destacados que se exhiben, o deben desplegarse, en el
propio contexto.
La “Guía
Iberoamericana De Competencias En El Sector Publico” (CLAD; 2016) define a la
competencia como “El desempeño observable en el propio puesto y equipo de
trabajo, intencionalmente orientado a alcanzar las metas esperadas en términos
de valor público, situado en el contexto de la organización real”.
De
acá se desprenden las siguientes conclusiones:
·
Desempeño observable: refiere al
comportamiento concreto, la realización de tareas, el rendimiento, la actividad
evidente y medible, apreciable en sus diferentes grados de calidad. Su
evidencia es el resultado de la activación integral de los saberes adquiridos
de orden multidimensional, esto es: conocer, en términos de datos, información
y modelos teóricos; saber hacer, en el orden de las habilidades y las
destrezas; saber ser, referido a movilizar actitudes y valores; saber estar,
demostrable en la interdependencia positiva, en la construcción y preservación
de vínculos colaborativos, en el manejo emocional.
·
Puesto y equipo de trabajo: accionar dentro
del campo de las tareas propias de su posición, y su traducción en
contribuciones evidentes en el equipo de personas que comparten la labor
cotidiana.
·
Intencionalmente orientado: ejercer, con
sentido de pertenencia al servicio público, una responsabilidad consciente en
la realización de las tareas cotidianas en dirección a las metas.
·
Metas esperables: Las metas a alcanzar o los
resultados a producir expresan los propósitos que explicita la conducción, los
acuerdos de trabajo conjunto, los planes de acción, los proyectos, los
programas de gestión u otros instrumentos equivalentes.
·
Valor público: finalidad de las
organizaciones del sector público, que expresa los resultados / servicios
destinados a fortalecer, atender, responder a derechos, demandas y expectativas
de la ciudadanía.
·
Organización real: Las competencias operan en
un contexto y se revelan en el desempeño concreto en la organización y administración
de pertenencia.
Haciendo
énfasis en las competencias técnicas de los directores, señalamos la necesidad
de contar con competencias transversales, que refieren al orden institucional,
y apuntan a la conducta indispensable de todo servidor público, siendo estas
competencias inherentes al servicio público, independientemente de su función,
jerarquía y modalidad laboral, en un contexto profesionalizado.
Las competencias
directivas estratégicas son aquellas que aseguran la eficacia de la función
liderazgo en la franja del personal de conducción: directores de área, de
programas, de proyectos, coordinadores o equivalentes. Quienes actúen en la
franja de posiciones jerárquicas que conduce la gestión pública y está situada
en la interface entre la conducción política y el cuadro burocrático sin mando.
Esto hace foco en las capacidades que apuntan centralmente a la esfera
política, metodológica, motivacional, de liderazgo, de control del rumbo de una
organización y también de sus cambios.
Estas
competencias son clave pues los puestos directivos constituyen el “talón de aquiles” de todo proceso de reforma y modernización de las Administraciones
Públicas, así como del sostén y persistencia de la cultura de la calidad para
la mejora continua.
Podemos
resumir, que las competencias de los directores que surgen de la guía son las
siguientes:
Competencias
directivas:
Transversales:
Gestión institucional: • Aprendizaje continuo. • Compromiso con el servicio
público. • Desarrollo de Relaciones Interpersonales · Integridad institucional.
Estratégicas:
Gestión
de Resultados: • Gestión del desarrollo de las personas. • Gestión de la
calidad. • Liderazgo efectivo. • Manejo de Recursos. • Planificación • Relación
con Directivos. • Resolución de problemas. • Toma de decisiones.
Gestión
de Vínculos: • Comunicación interpersonal. • Gestión de la participación
ciudadana. • Negociación. • Orientación al ciudadano. • Relaciones
Institucionales. • Trabajo en equipo.
Conducción
del Cambio: • Administración de políticas. • Construcción de Redes • Gestión
del cambio. • Gestión Digital • Innovación • Pro-actividad. • Trabajo bajo
presión. • Visión estratégica.
No
tengo dudas que necesitamos contar con una dirección publica profesional, que
este constituida por funcionarios altamente capacitados y formados, que logren desenredar
la tensión que existe entre la política y la administración, para lo cual vamos
a necesitar que sus miembros se comprometan con los intereses del estado como
tal, y al mismo tiempo que sean sensibles con el gobierno de turno, y que
apliquen las reformas que el mismo pretende realizar, siendo este el único modo
por medio del cual, nuestro país, va a poder cumplir con su objetivo final
constitucionalmente establecido, que es cumplir con sus deberes comprometidos y
respetar los derechos de los habitantes, satisfaciendo de este modo, las necesidades
de toda la ciudadanía en su conjunto.-
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